miércoles, 12 de septiembre de 2012

El siguiente texto proviene de una carta que escribió el astronauta Frank Culbertson (Capitán de la Expedición 3, USN jubilado), tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 desde la Estación Espacial Internacional:
No he escrito mucho sobre los aspectos específicos de esta misión durante el mes que llevo aquí, principalmente por dos razones: la primera es que ha habido muy poco tiempo para hacer ese tipo de textos; la segunda, porque no estoy seguro de sentirme cómodo compartiendo pensamientos que suelo compartir sólo con mi familia y amigos, con el resto del mundo.
Obviamente, el mundo cambió hoy.  Lo que yo diga o haga sonará escueto comparado con lo que le pasó hoy a nuestro país, cuando fue atacado por …. ¿por quién? Terroristas es todo lo que sabemos, supongo. Es difícil saber hacia quién dirigir nuestra ira y nuestro miedo …
Yo acababa de terminar una serie de tareas esta mañana, lo que más consumió mi tiempo fueron los exámenes físicos que aplicamos a todos los miembros de la tripulación. Una conversación privada más tarde, el cirujano de vuelo me dijo que estaban teniendo un mal día en la Tierra. Yo no tenía ni idea …
Me describió la situación lo mejor que pudo a las 0900 horas CDT. Primero me quedé pasmado, y luego horrorizado. Lo primero que pensé fue que ésta no era una conversación real, que aún escuchaba una de mis cintas de Tom Clancy. No me pareció posible un evento de tal escala en nuestro país.  No podía ni siquiera imaginar los detalles, incluso antes de que comenzaran a llegar más noticias de la destrucción que le siguió.
Vladimir se acercó rápidamente, sintiendo la gravedad con la que discutíamos. Llamé la atención de Michael al módulo también. Ambos quedaron aturdidos con la noticia. Después de colgar, traté de explicar a Vladimir y Michael lo mejor que pude la magnitud de tal acto de terror para el centro de Manhattan y el Pentágono. Entendieron perfecto y ambos fueron compasivos.
Eché un vistazo al Mapa Mundial de la computadora para ver donde estábamos con respecto al mundo y me percaté que estábamos llegando al sureste de Canadá y que pasaríamos sobre Nueva Inglaterra en unos minutos. Di la vuelta a la estación hasta que encontré una ventana que me daría una visión directa de la ciudad de Nueva York y agarré la cámara más cercana. Resultó ser una cámara de video, y con ella miré desde la ventana de la cabina de Michael.
Una estela de humo salía de las torres y fluía hacia el sur de la ciudad. Tras leer uno de los artículos de prensa que acabábamos de recibir, nos percatamos que estábamos viendo a Nueva York durante, o poco después, del colapso de la segunda torre. Qué horror …
Hice un paneo de cámara a lo largo de la costa este hacia el sur para ver si podía ver el humo en Washington, pero no se veía nada.
Fue difícil pensar en trabajar después de eso, pero en la órbita siguiente cruzamos el sur de EE.UU. Con dos cámaras, intentamos obtener nuevas vistas de Nueva York o Washington. Había neblina sobre la capital, pero no pudimos encontrar una fuente específica. Si se veía increíble a 400 kilómetros de distancia, no puedo imaginar las escenas trágicas a vista de suelo.
Más allá del impacto emocional de nuestro país siendo atacado y de la muerte de miles de estadounidenses y posiblemente algunos amigos, el sentimiento más abrumador que tengo es estar completamente aislado.
FOTO TOMADA DESDE EL ESPACIO EXTERIOR DE NUEVA YORK EL 11 DE SEP DE 2001


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